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jueves, 31 de mayo de 2012

Minhacienda promete $2.9 billones para descongestión judicial


30 Mayo 2012 - 4:13 pm

Reforma a la justicia

Minhacienda promete $2.9 billones para descongestión judicial

Por: Elespectador.com

La cifra del Gobierno, según lo anunciado en la discusión de la reforma a la justicia, será distribuida por un espacio de 6 años. Les será dado un billón más. 

El Gobierno Nacional prometió aumentar los recursos del Estado para poder adelantar la descongestión judicial.

El ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, ante la comisión primera de la Cámara, prometió pasar de $1.8 a $2.9 billones.

Estos recursos serían distribuidos así: dos billones del Gobierno y 900 mil millones de arancel judicial.

El interés del ministerio es poner más plata”, les aclaró el ministro a los representantes a la Cámara en la discusión de este jueves en la tarde.

Sin embargo, llamó a la rama judicial a que “invirtámosla (la plata) en el mejor destino posible (…) sin que esto se interprete como desconfianza”.

Ante las críticas por la posible limitante a la distribución de los recursos y la autonomía judicial, el ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra, dijo que esa “no es la intención del Gobierno”.

Por eso, explicó que la distribución de los recursos será sólo a través de lo dicho por la sala de Gobierno judicial.

Los inamovibles de la reforma a la justicia


30 Mayo 2012 - 7:12 pm
Avanza séptimo debate del acto legislativo
Los inamovibles de la reforma a la justicia
Por: Redacción Política
Cuando el proyecto de modificación constitucional ya entra en su recta final, están claros los pilares de la iniciativa.
La Comisión Primera de la Cámara de Representantes, donde a esta hora se surte el séptimo debate de la reforma a la justicia, parece ser el escenario en el que opositores y defensores de la iniciativa queman las naves. Sin embargo, los puntos clave del acto legislativo ya toman forma y empiezan a tener cara de inamovibles.
Los temas que no parecen tener reversa son: la eliminación del Consejo Superior de la Judicatura y de la Comisión de Acusación e Investigación; la ampliación de períodos de los magistrados actuales de ocho a 12 años, a la vez que la edad de retiro forzoso a 70 años de edad; se otorgan funciones jurisdiccionales a notarios, empleados judiciales, centros de conciliación, centros de arbitraje y abogados; magistrados y fiscal serán investigados por una comisión de abogados elegidos por la Cámara de Representantes; congresistas, Procurador, Registrador y Contralor serán investigados por la Corte Suprema de Justicia, donde se surtirán las dos instancias del proceso; y una prohibición para que los magistrados no puedan pasar a otra alta corte en los cuatro años siguientes al término de su magistratura, a la vez que no podrán ser elegidos a cargos de elección popular ni a la Procuraduría, Contraloría o Fiscalía, dentro de los dos años posteriores a haber terminado sus funciones judiciales.
En el tema de financiación de la rama aún no hay acuerdo. Durante el debate, el ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, prometió que los recursos para la justicia pasarían de $1.8 a $2.9 billones. De los cuales dos billones serían aportados por el gobierno y los restantes $900 mil millones saldrían del arancel judicial. “El interés del ministerio es poner más plata”, afirmó Echeverry.
De otro lado, Ricardo Monroy, presidente del Consejo Superior de la Judicatura, le pidió a su homólogo de la Corte Suprema de Justicia, Javier Zapata Ortiz, exponer las razones por las cuales decidió apoyar éste proyecto, cuando durante más de dos años se habían marginado de las discusiones. “Lo adecuado es que la propia Corte Suprema de Justicia exprese las razones de su participación en la Comisión, que estudió el tema de la reforma a la justicia. Sin embargo, el presidente de la Sala Penal del mismo alto tribunal, José Leonidas Bustos, se mostró de acuerdo con que se hagan varias modificaciones al proyecto y descartó de una división al interior de la Corte Suprema.
Finalmente, el ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra, insistió en que el gobierno ha promovido una reforma generosa. “He oído algunas inquietudes que se refieren a que la forma como está planteada la propuesta implicaría una limitación a la autonomía que tiene la rama judicial para el manejo de sus recursos, de lo que por supuesto no se trata. Esa no ha sido nunca la intención del Gobierno nacional, esa no es la intención del Congreso. La forma como ha quedado planteado el proyecto de artículo es una fórmula que hemos venido concertando, discutiendo, debatiendo y construyendo con los ponentes”, explicó el Ministro Esguerra.
Y concluyó: “Nosotros queremos defender y propendemos por la autonomía de la rama judicial en el manejo de sus recursos. El esfuerzo del Gobierno es enorme y no se va a disminuir, se trata de unos recursos que van a ascender a unas cantidades que la rama judicial del poder público, que la justicia de Colombia, no ha conocido en la historia de este país en materia de inversión. De ello no puede quedar la menor duda, ni de que este es el propósito que persigue el Gobierno. Por eso repito, que no se hable de que estamos recortando por este camino, en absoluto, en un ápice la autonomía que le corresponde a la rama judicial del poder público para el manejo de sus recursos”.

Magistrados elegirán a sus reemplazos por convocatoria pública


30 Mayo 2012 - 10:35 pm

Reforma a la justicia

Magistrados elegirán a sus reemplazos por convocatoria pública

Por: Elespectador.com

Así quedó aprobado en séptimo debate en reforma a la justicia. Aunque hay cooptación, no prosperó la idea de imponer concurso de méritos. Votación continuará este jueves.

La comisión primera de la Cámara de Representantes avanzó este miércoles en la noche en aprobación de parte de la reforma a la justicia en su séptimo de ocho debates.

Se destaca de la aprobación, hasta el momento, el artículo que establece que los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado serán elegidos por la respectiva corporación mediante el voto afirmativo de la mayoría absoluta de sus miembros, de listas de 10 candidatos conformadas por la Sala de Gobierno Judicial previa convocatoria pública.

Es decir, ahora será por cooptación la elección de los juristas.



Artículo 13

Los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado serán elegidos por la respectiva corporación mediante el voto afirmativo de la mayoría absoluta de sus miembros, de listas de 10 candidatos conformadas por la Sala de Gobierno Judicial previa convocatoria pública.
 

En la integración de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado, se atenderá el criterio de adecuado equilibrio entre quienes provienen del ejercicio profesional de la rama judicial y de la academia.
 

La ley o en su defecto el reglamento interno de cada una de estas corporaciones tomará las previsiones necesarias para dar cumplimiento a este criterio de integración.



Elevan a rango constitucional cobro de arancel judicial

Se eleva a rango constitucional el cobro del arancel judicial. El ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra, explicó que se trata de dar canon constitucional al esquema de financiación de la administración de justicia por la misma razón que también hay otras cosas que están consignadas en la ley –algunas estatutarias–, y “no obstante se ha considerado que resulta bueno apuntalarlas consagrándolas a nivel constitucional”.

“El arancel ya existe en Colombia y está establecido en la ley. Se trata de elevarlo a canon constitucional como una forma de administración de justicia”, aseguró.

En ese sentido, la queja del Polo Democrático Alternativo no se hizo esperar. Elrepresentante Germán Navas Talero dijo que ahora se podrá cobrar por cualquier acto de administración de justicia.

Según él, a los colombianos les cobrarán por acceder a la justicia.
 


Artículo 12

Se garantiza el derecho de toda persona a acceder a la administración de justicia. La ley indicará en que casos podrá hacerlo sin la representación de abogados. La ley establecerá los asuntos en que podrá cobrarse arancel judicial, así como la estructuración, destinación y causación de dicha contribución

Otro de los artículos aprobados confirma que el juicio político de los altos dignatarios lo deberá hacer el Senado de la República por petición de la Cámara de Representantes.

Artículo 3

Corresponde al Senado:

1. Adelantar el juicio político contra el Presidente de la República o quien haga sus veces, y contra el Vicepresidente de la República previa solicitud de la Cámara de Representantes.

2. Adelantar el juicio político contra el Fiscal General de la Nación y los magistrados de la Corte Constitucional, de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado previa solicitud de la Cámara de Representantes.

No habrá más 'cruce de favores' en elección de órganos de control y sistema judicial

31 Mayo 2012 - 8:56 am
Reforma a la Justicia
No habrá más 'cruce de favores' en elección de órganos de control y sistema judicial
Por: Elespectador.com
Ni magistrados, ni congresistas, podrán tener a sus familiares en las entidades a cargo de quienes eligieron, según la reforma a la justicia.
Los temores frente al sistema de "yo te elijo pero te recomiendo" quedarán definitivamente acabados en el sistema de elección de los órganos de control del país.

Así quedó confirmado en el avance de la aprobación de la reforma a la justicia en séptimo de ocho debates en la comisión primera de la Cámara de Representantes. 

Se estableció un impedimento para que los parientes hasta en cuarto grado de consanguinidad, de quienes participen en la postulación, nominación o elección de los órganos de control y los magistrados de las altas cortes, pueda acceder a un cargo dentro de esas entidades.

Así las cosas por ejemplo, ni los senadores pueden recomendar a sus familiares para laProcuraduría -pues eligen Procurador- ni los representantes pueden recomendar para laContraloría o la Defensoría -pues eligen en esos dos despacho-, todo por cuenta de un artículo aprobado en el acto legislativo. Tampoco los magistrados podría recomendar a susparientes pues son quienes nominan.

Igual sucede para el caso del Consejo Nacional Electoral. Los legisladores no podrán presentar a sus familiares para esos despachos porque el Congreso en pleno los elige.

ARTÍCULO 28. 
"Los parientes hasta en cuarto grado de consanguinidad, segundo de afinidad y primero civil, así como el cónyuge o compañero permanente de quien participe en la postulación, nominación o elección de los Magistrados de la Corte Constitucional, de la Corte Suprema de Justicia, del Consejo de Estado y de los miembros del Consejo Nacional de Disciplina Judicial, del Sistema Nacional de Gobierno y Administración Judicial y del Consejo Nacional Electoral, del Fiscal General de la Nación, del Procurador General de la Nación, del Defensor del Pueblo, del Contralor General de la República y del Registrador Nacional del Estado Civil no podrán ser nombrados en ningún cargo dentro de la respectiva corporación durante el período de ejercicio de las funciones de quien resultare elegido en la misma ni dentro del año siguiente a su retiro.” 

domingo, 20 de mayo de 2012

Hay una tensión cada vez más fuerte: Presidente del Consejo de Estado en entrevista con El Espectador


19 Mayo 2012 - 9:00 pm

"Hay una tensión cada vez más fuerte"

Por: Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador

Gustavo Gómez, presidente del Consejo de Estado, se descubre.

"'Lobby' significa buscar opinión", según Gustavo Gómez. / Gabriel Aponte

Cecilia Orozco Tascón.- ¿Por qué el Consejo de Estado apoya la reforma a la justicia unas veces y la rechaza otras?

Magistrado Gustavo Gómez Aranguren.- Es una percepción equivocada. La verdad es que la posición de esta corporación ha sido lineal a lo largo de este proceso. El año pasado nos convocó el Presidente para que participáramos en una mesa de concertación. Nuestra visión quedó consignada en un proyecto que el Consejo de Estado presentó ante el Congreso, incluso antes de que el de gobierno enviara el suyo, muy distante del nuestro. Al principio se dio un trámite más o menos simultáneo de las dos propuestas en el parlamento y Mauricio Fajardo, presidente del Consejo en ese momento, estuvo al tanto de todo. Pero poco a poco nos dimos cuenta de que el ejercicio era inútil porque nuestro proyecto fue marginado por completo.



C.O.T.- ¿Por qué no lo dijeron entonces?

G.G.A.- Lo dijimos: en noviembre del año pasado anunciamos que nos retirábamos de ese trámite. En diciembre, cuando culminó la primera vuelta, la rama judicial quedó muy preocupada por lo que se había aprobado. Eso motivó que la nueva administración del Consejo de Estado en cabeza mía, volviera a participar en las discusiones pero por fuera del debate parlamentario. Hablamos con múltiples grupos que tienen representación en el Congreso tratando de persuadirlos de mejorar la propuesta.



C.O.T.- ¿Cuáles puntos les preocupaban más?

G.G.A.- Varios, entre ellos el desplazamiento del poder hacia el Ejecutivo y el Legislativo que rompe el modelo del Estado Social de Derecho. La rama Judicial quedaba en tal desigualdad de condiciones que incluso pensamos en acudir a la OEA porque Colombia ha firmado pactos internacionales que debe cumplir. Esta situación originó que intentáramos persuadir al Congreso, partidos políticos y grupos de ciudadanos de llegar a un acuerdo que recompusiera los estropicios que venían cocinándose. Tal vez esto ha podido dar la sensación de que hemos estado dudando. En realidad lo que tratábamos de hacer era prevenir males mayores.



C.O.T.- Recientemente usted, que se oponía a la reforma, asistió a una reunión con el jefe de Estado, el ministro Esguerra, congresistas y el presidente de la Corte Suprema. Todos salieron en rueda de prensa anunciando que habían llegado a un acuerdo…

G.G.A.- Esa fue la sensación que quedó.



C.O.T.- No solo la sensación. El ministro así lo anunció. Pero tres días después, el Consejo de Estado presidido por usted, expresó en un comunicado su decisión de marginarse de ese trámite ¿Por qué?

G.G.A.- La reforma constitucional a la justicia parece una montaña rusa: cada vez que hay una discusión, aparecen propuestas diferentes, algunas muy delicadas. Por ejemplo, la iniciativa de terminar con el antefuero de los magistrados y la jerarquización de las cortes según la cual la Constitucional tendría la facultad de nombrar un tribunal para juzgar a sus pares en las otras cortes. Si esto se aprobara, se terminaría la independencia judicial.



C.O.T.- ¿Por qué?

G.G.A.- Porque ¿cómo puede usted garantizar la independencia del juez si está preocupado con la posibilidad de ser denunciado disciplinaria o penalmente e investigado por un tribunal con origen político? Censuramos públicamente ese propósito.



C.O.T.- De todas maneras sus protestas no parecen útiles porque no les ponen atención.

G.G.O.- No estoy de acuerdo con usted. El Consejo de Estado convocó a un pleno de poderes. Proponíamos reunirnos en un terreno neutral con el presidente de la República, los presidentes del Congreso, los presidentes de las Comisiones Primeras y esta corporación para discutir ese y otros puntos. La solicitud se envió y hubo silencio. El miércoles pasado nos invitaron vía telefónica a un desayuno en Palacio. En cierto sentido, se estaba atendiendo la petición que habíamos formulado.



C.O.T.- Perdone le formulo de nuevo la pregunta: ¿por qué al salir de la Casa de Nariño usted parecía estar de acuerdo y luego expresó que se marginaba de las discusiones?

G.G.A.- Su primer supuesto, el de que yo estaba de acuerdo, nace de la apariencia y no de la realidad. En esa reunión se suscribió solo una manifestación de intenciones pero no redactamos artículos ni hicimos promesas. En concreto, ese día el gobierno atendió nuestros planteamientos.



C.O.T.- ¿Se comprometió a impulsar lo que ustedes proponían?

G.G.A.- Exactamente. Los puntos de entendimiento estaban en tres ejes: 1. Orientar la reforma hacia el fortalecimiento de la rama judicial como política pública permanente. 2. Poner en el proyecto todos los aspectos administrativos de la justicia que había previsto el Consejo de Estado y 3. Planteado por mí personalmente, que los elementos extraños al propósito de una reforma a la justicia se excluyeran.



C.O.T.- ¿A cuáles elementos se refería?

G.G.A.-. A la reforma política del régimen del Congreso que no tiene nada que ver con la de la justicia.



C.O.T.- ¿Propuso retirar de la reforma todas las modificaciones al reglamento interno, régimen disciplinario y sistema de juzgamiento de los congresistas, lo único que parece interesarles?

G.G.A.- Sí. Dije que esos temas no deberían estar en una reforma judicial.



C.O.T.- ¿Cuál fue la respuesta del gobierno y del Congreso?

G.G.A.- El Congreso insistió en esos cambios que, de todas maneras, son respetables. El Consejo de Estado, por ejemplo, consiente que se introduzca la doble instancia en los procesos de pérdida de investidura pero ese punto fue acordado directamente con la Sala de Gobierno de esta corporación.



C.O.T.- ¿El gobierno faltó a su palabra en cuanto al Consejo de Estado?

G.G.A.- Esa afirmación es muy fuerte porque no había un compromiso sino, simplemente, una manifestación de intención, como ya le dije.



C.O.T.- Uno supone que una manifestación de intención es para cumplirla.

G.G.A.- Cuando uno hace propósitos sin definiciones precisas, el ámbito de interpretación de esos propósitos es amplio. Por eso entendí que se trataba más bien de allanar las distancias que existían entre las ramas del poder. De nuestra parte, era una oportunidad para que, a partir de las conversaciones, tanto el gobierno como el Congreso reflexionaran sobre la introducción de temas ajenos a la reforma judicial. Pero, del otro lado, también es claro que el gobierno estaba en su derecho de incluir las iniciativas que creyera convenientes como la de traspasarles competencias judiciales a particulares.



C.O.T.- Todo el país sabe que el gobierno puede someter a la mayoría del Congreso. Si quisiera hundir la reforma, la hundiría sin problema. Si no lo ha hecho es porque le gusta ¿No será que la ha tomado como disculpa para resolver líos políticos latentes?

G.G.A.- Lo que interesa es que a la hora de la verdad en esas reformas no hay interés real de resolver el problema de la justicia. Hace 34 años se está diciendo lo mismo sobre los problemas judiciales pero lo cierto es que no hay intención de la clase dirigente en tener un sistema fuerte y eficaz. Las reformas a la justicia se piensan de tarde en tarde para desarrollar algunas lógicas políticas…



C.O.T.- ¿Cree que esta reforma, aparte de que no se concentra en los problemas judiciales, es un símbolo de la confrontación política actual?

G.G.A.- Es probable. Entre otras cosas, una verdadera reforma a la justicia se podría realizar con modificación de normas legales y no hay que tocar la Constitución.



C.O.T.- En el trámite de esta reforma a la justicia se han descubierto verdades políticas. Se dice que este proyecto se ha convertido en un pulso entre el santismo y el uribismo ¿Cree que es cierto?

G.G.A.- Es una hipótesis de la que no puedo hablar desde mi posición de presidente del Consejo. Sí siento que el país atraviesa por una serie de tensiones que son muy preocupantes en tanto que lleva a afectar un servicio y un poder del Estado en el cual gravita buena parte la estabilidad de la nación: la administración de justicia. Desde todos los frentes se denuesta de ella, se la desacredita y se intenta afectar el prestigio personal de los magistrados. Eso ha sucedido en el pasado reciente y ahora también con, por ejemplo, el caso de las pensiones, generalizando casos que son aislados. Así se crea una plataforma de vulnerabilidad del sistema judicial que se usa después para explicar la necesidad de reformarlo, mediante acción del Congreso.



C.O.T.- También se dice que si no se aprueba esta reforma, el uribismo tendría vía libre para impulsar una constituyente ¿Ha oído esa teoría?

G.G.A.- La historia reciente demuestra que si no es posible hacer las reformas por vía del Congreso de la República, se intentará adelantarlas mediante asamblea constituyente. Mi interpretación es que sí hay una tensión en ese campo, que cada vez es más fuerte y que pone en riesgo la vida nacional.



C.O.T.- El concepto de asamblea constituyente gravita alrededor de esta reforma un poco ficticiamente para generar temor: o se aprueba o viene el “coco” Uribe ¿Ustedes quedaron en la mitad de ese sándwich presidencial?

G.G.A.- Insisto en que no quisiera referirme a ese punto. Si digo que si el proyecto que hace su curso se hundiera, quedaría la impresión social de que existen órganos demasiado perturbados en la rama de la justicia y que es necesario salir de ellos. Y que si el Congreso no pudo, habría que buscar otra salida. Lo cierto es que la sociedad no resiste más esa visión que se ha creado de la justicia y que, en ese escenario, se abrirían otros mecanismos que puedan “depurar” el poder judicial.



C.O.T.- Es decir, usted cree que debe aprobarse la reforma para evitar una constituyente…

G.G.A.- La pregunta es: ¿si no logramos depurar la justicia con una discusión en el Congreso, hay que buscar otro mecanismo constitucional para lograrlo? Por ahí se abriría la puerta de lo que usted está señalando para darles curso a los intereses políticos del pulso que se está dando en el país. Pero no puedo ir más allá porque un juez se expresa sobre hechos cumplidos, no sobre especulaciones.



C.O.T.- Su interpretación, que comparten en el gobierno, conduce a la falsa conclusión de que se apruebe la reforma no importa lo que contenga ¿No será un espejismo para purificar un proyecto ilegítimo?

G.G.A.- Más que pérdida de legitimidad, me preocupa que se dilapidarían unos activos de la Carta Política. La pérdida de investidura, el juzgamiento actual de los parlamentarios y su régimen disciplinario, no le pertenecen al Congreso sino al pueblo colombiano para garantizar que sus representantes sean ciudadanos de primerísimo orden ético. Cuando un Congreso pierde su talante moral, colapsa la democracia.



C.O.T.- Desafortunadamente en el curso de esta reforma también han quedado al descubierto las fallas de las cortes, en particular, los magistrados que andan litigando en causa propia ante sus futuros o actuales investigados en el Congreso, para que les amplíen el periodo de 8 a 12 años y la edad de retiro de 65 a 70 años. Para usted ¿es aceptable esta conducta?

G.G.A.- Institucionalmente el Consejo de Estado ha manifestado que no opina sobre ese tema porque no puede referirse a un asunto que lo puede beneficiar. Cuando se trata de evaluar conductas ajenas es muy difícil adoptar la posición de gran maestre de la moral. Nuestro planteamiento en la reunión de los altos poderes fue el de respeto por lo que hicieran los otros magistrados. Es una responsabilidad que se agota en la conciencia de cada quien.



C.O.T.- Permítame decirle que no estoy de acuerdo. El problema es institucional y de pronto hasta judicial: en ninguna parte del mundo los jueces reciben dádivas de sus posibles investigados.

G.G.A.- Varias personas se han expresado como usted. Quienes opinan lo contrario exponen que se quebraría el principio de igualdad si los actuales magistrados no pudieran acceder a lo que se defina en la reforma. En la reunión de poderes en la Casa de Nariño alguien preguntaba cuánto daño han hecho los miembros de las cortes como para excluirlos de la extensión de su periodo. También se preguntaban si existe la prohibición y si no, por qué imponer una cortapisa como ésa, de manera autoritaria y unilateral sobre una premisa moral.



C.O.T.- Hagamos la comparación con el régimen del Congreso: existe hoy un régimen de impedimentos y de inhabilidades y hay conflictos de interés que impiden que un parlamentario vote un proyecto que lo beneficia personalmente ¿Por qué no aplica ese mismo régimen a los jueces que deben preservar su independencia en vez de recibir el gran beneficio de cuatro años más en su cargo.

G.G.A.- No tanto regalo. Para algunos esos cuatro años serán de mucho trabajo.



C.O.T.- No, magistrado. Es una gran dádiva ¿Los jueces no se declararán después impedidos ni tendrán conflicto de interés cuando llegue el momento de revisar la conducta de un parlamentario que votó a favor de la ampliación del periodo de los magistrados?

G.G.A.- La posición de la corporación es no opinar al respecto, como le dije. En lo particular, debo decir que no me interesa y que me parece que debería regir a futuro, lo cual no implica que yo les imponga a los demás mi punto de vista. Por otra parte, pensar que cuatro años más de periodo constituyen un gran regalo, responde tal vez al desconocimiento del enorme sacrificio que implica ser magistrado.



C.O.T.- No se pueden desconocer los enormes beneficios personales y profesionales que genera ese poder.

G.G.A.- Solo quienes están fuera lo ven así.



C.O.T.- Explíqueme entonces por qué hay tanto magistrado dedicado al lobby, rogándoles a los parlamentarios que voten a su favor.

G.G.A.- Desde el punto de vista sociológico se explica por la seguridad social. Con el régimen de transición que rige en la actualidad, hay quienes al terminar su periodo salen sin pensión. Están quedando en la calle personas que dedicaron su esfuerzo a tratar de hacer de Colombia un país con justicia respetada y respetable. Y la respuesta es que, una vez terminado su periodo, los magistrados tienen que vivir de la nada. Hay que encontrar un punto medio justo equilibrio. Así, pues, las cosas no son tan en blanco ni tan en negro.



C.O.T.- Entonces ¿para usted la majestad de la justicia no se ve desminuida cuando un miembro de corte va a rogar al Capitolio que voten a su favor?

G.G.A.- Aunque esa posición es absolutamente respetable, no la comparto porque los congresistas son servidores públicos y cada ciudadano, sea éste magistrado o juez, es libre de ir a hablar con sus representantes para expresarles sus demandas. Impedirles a los funcionarios de la justicia que lo hagan, es crear una especie de discriminación so pretexto de que como son magistrados, tienen que aguantarse su situación de inseguridad social. Hay un dicho en Boyacá según el cual eso es lo que da la tierra. No hay más. Uno no puede pensar que un magistrado de un país desarrollado, con todo el cúmulo de reconocimiento económico y social, ejecute este tipo de conductas. Si lo hacen aquí, es porque somos una nación subdesarrollada y hasta sus más altos magistrados no tienen asegurado el día siguiente, en términos económicos.



C.O.T.- ¿Defiende, en consecuencia, los magistrados lobbistas?

G.G.A. – No. Comprendo su vivencia humana.



C.O.T.- Algunos congresistas admiten que han sido invitados a comida, reuniones sociales, cocteles etc., que les han ofrecido los magistrados interesados en el incremento de su periodo y de su edad de retiro ¿Le parece que esa conducta está bien para un juez?

G.G.A.- Esas son costumbres sociales. En nuestro medio ya se ha incluido una palabra de origen inglés, lobby, que significa buscar opinión. Y las opiniones se buscan en medio de prácticas sociales que no están prohibidas: conversar, tomarse unos tragos, hacer comidas.



C.O.T.- Se refería usted al dicho de que tenemos lo que da la tierra ¿Se imagina a la Corte Suprema del año 85, la de de Alfonso Reyes Echandía, haciendo lobby ante el Congreso?

G.G.A- Pensaría que la justicia en el pasado era mucho más lejana al ciudadano, menos comprometida con los dolores del ser humano. Sin referirme a esos magistrados que no conocí, esa época judicial era demasiado ligada a las formas, indolente, poco sensible a construir los valores que ahora se tienen en un Estado social de Derecho. O sea que no todo tiempo pasado fue mejor. Quiero destacar que nunca Colombia ha apreciado a su justicia y lo que sucedió con los magistrados del 85 así lo demuestra.



C.O.T.- ¿Por qué los magistrados lobbistas y los ponentes de la reforma no se han preocupado por mejorar, por ejemplo, el salario de los jueces de la base?

G.G.A.- Nuestra preocupación ha sido siempre la de mejorar el sistema de remuneración general. En el proyecto de presupuesto del 2013 hay un componente orientado a reclasificar el salario de los jueces del circuito y municipales. Reconozco que hay muchas críticas para hacerle a la carrera judicial.


C.O.T.- Para concluir ¿Es cierto que el Consejo de Estado está dividido en dos grupos que representan las tendencias políticas actuales?

G.G.A.- Es muy difícil penetrar la conciencia de cada quien para saber cuáles son sus orientaciones. Se rumoró en los medios que el presidente del Consejo de Estado había sido fustigado por sus colegas en una supuesta sesión de doce horas para discutir lo que él había dicho en la cumbre de poderes. Eso jamás sucedió. En la sala se hizo un análisis de lo que estaba pasando con el proyecto de reforma. Obviamente se presentaron voces disidentes y con plena libertad se expresaron esas opiniones. Pero no ocurrió nada más.



C.O.T.- ¿No es cierto que su colega el magistrado Velilla lidera un sector que se opone a la reforma actual por los intereses políticos del uribismo?

G.G.A.- No existen grupos en el Consejo de Estado tal como usted lo plantea. Pensaría que no hay líderes que logren llevar a otros, como ovejitas, a donde él quiera. Hay tendencias. Diría que como presidente, no tengo otra alternativa que permitir que todo el mundo se sienta a gusto y diga lo que le plazca dentro de los marcos exigidos a un juez de la República.



“Discutible validez constitucional”

Respecto de los debatidos beneficios que recibirían los magistrados actuales de las cortes, es decir, la ampliación de su periodo de 8 años a 12, y el incremento de su edad de retiro de 65 años a 70, dos recientes presidentes de la Corte Suprema que salieron hace poco tiempo de esa corporación, expresaron su desacuerdo ético y jurídico frente a esa posibilidad que, según muchos analistas, disminuiría la independencia de los jueces frente a sus eventuales investigados, los congresistas que tienen que votar la aprobación de las modificaciones anteriores. Exmagistrado Jaime Arrubla: “es totalmente inconveniente y su validez constitucional, muy discutible. Ante la opinión pública las cortes están quedando como si hubieran cedido principios que antes defendían como su independencia y autonomía, a cambio de estas prebendas. Por eso alguna vez solicité a la sala plena, antes de retirarme, que dejara en claro que ninguno de estos puntos pudiera aplicarse a los actuales miembros de la Corte. Desde el punto de vista constitucional, no entiendo cómo si uno fue elegido por ocho años, y bajo la vigencia de una norma de la misma Constitución que dice que no hay reelección, pueda el Congreso reelegir a los magistrados por medio periodo más”.



“El lobby hace perder independencia y majestad”

Exmagistrado César JulioValencia: “Un miembro de alta corte no puede, en ningún caso, ser lobbista porque pierde majestad, independencia y credibilidad, sobre todo cuando le corresponda definir o conocer directa o indirectamente, asuntos de los congresistas que votaron a su favor. Un magistrado nunca debe hacer presencia en el Congreso, salvo cuando el presidente de la Corte tenga que asistir por razones oficiales de su cargo. Aunque la ampliación del periodo es positiva, tal como está demostrado en los países desarrollados porque genera seguridad jurídica y la jurisprudencia permanece, esas modificaciones no deberían cubrir a los togados que fueron elegidos para periodos de ocho años. Si se aprueba ese artículo y los interesados aceptan, estaremos ante la posibilidad de que los jueces más preparados profesional y personalmente del país, sean objeto de duda cuando se ocupen de un proceso en donde el implicado sea uno de los votantes de la reforma. Recuerdo que hace unos años la misma Corte, ante una posibilidad similar, incluyó motu proprio un parágrafo en el que expresamente decía que la ampliación del periodo no cubriría a los magistrados que hubieran sido nombrados con anterioridad a la fecha en que entraría a regir la reforma.”

kienescribe.com: "Manoseo de la Constitución y reforma a la justicia" María Teresa Garcés


Manoseo de la Constitución y reforma a la Justicia

Por: María Teresa Garcés

Las reformas a la Constitución deben ser necesarias, eficaces, pertinentes y basadas exclusivamente en el interés general y además fruto de consensos amplios y pluralistas. Aunque algunas reformas podrían contribuir al mejoramiento de la administración de Justicia, el proyecto presentado para sexto debate no responde a dichas características y de ser aprobado se añadiría a las 35 reformas constitucionales que en su gran mayoría han significado un verdadero manoseo de la Constitución, impropio de un país serio.

Se constitucionalizan innecesariamente temas de orden legal
Después de haber sido eliminada del texto de conciliación, volvió a aparecer en la penúltima versión una figura de ingrata recordación, que facultaba a las autoridades de Policía a retener personas hasta por 72 horas, cuando la Constitución dispone que la detención solo puede hacerse por orden judicial. El texto para sexto debate introduce el término conducción para quienes padecen perturbaciones mentales transitorias por consumo de alcohol o sustancias estupefacientes o alucinógenas. Inexplicable la introducción de este tema en el proyecto, propio del Código de Convivencia o de Policía, sobre el cual ya la Corte Constitucional se ha pronunciado dándole su aprobación, y que, aunque se bajó el término de 72 a 36 horas, sigue siendo excesivo.

Contra la congestión, menos calidad y privatización de la justicia
En lugar de fortalecer de manera permanente la administración de justicia —con el número de funcionarios necesarios, procedimientos adecuados y ágiles, sanciones drásticas a los abusos, tecnología avanzada, jueces y magistrados debidamente preparados y de dedicación exclusiva—, el proyecto opta, para solucionar la congestión, por trasladar funciones jurisdiccionales a empleados judiciales, a autoridades administrativas —casi todo salvo juzgar delitos— y a abogados particulares.

Habilitar a simples particulares como conciliadores tiene también el peligro de dejar en sus manos las controversias de personas de menores recursos.

La descongestión mediante jueces adjuntos o de descongestión disminuye el número de expedientes en los juzgados, pero los procesos se estancan en manos de otros funcionarios improvisados que desconocen los casos y las pruebas: los expedientes rotan, pero las controversias no se resuelven oportunamente.

A mediano y largo plazo no se puede confiar en la efectividad de medidas de carácter transitorio y excepcional: la congestión judicial es un problema crónico que requiere de medidas definitivas.

No se avanza en las calidades de los magistrados de las altas cortes, ni del Procurador y el Contralor.
Aunque el proyecto aumenta los años de experiencia y la edad para ser magistrado, no establece un sistema de méritos para valorar de manera objetiva las calidades o la trayectoria del candidato, pues no exige títulos académicos adicionales al de abogado, ni especializaciones y trayectoria en la rama del derecho respectiva. Es diciente que haya 74 abogados habilitados para ser ternados por el Consejo de Estado para el cargo de magistrado de la Corte Constitucional.

Por el contrario, se regresa al sistema de cooptación por el Consejo de Estado y la Corte Suprema y simplemente se dispone que en su integración se atenderá el criterio de “adecuado equilibrio” entre quienes provienen del ejercicio profesional, de la rama judicial y de la academia: ¿No sería lógico, por ejemplo, valorar el desempeño anterior en cargos en la administración pública para los aspirantes al Consejo de Estado o la Corte Constitucional? ¿Y admitir que el simple hecho de haber sido abogado litigante en defensa de intereses privados no habilita para desempeñar cargos judiciales cuya perspectiva es el interés general y la defensa de la legalidad? ¿Cómo pretender que un académico dedicado a la investigación abstracta pueda tener el mismo entrenamiento para analizar un expediente laboral, penal, civil o administrativo y para practicar pruebas que quien ya ha ejercido el cargo de juez?

De igual manera, si la corrupción campea por todo el país y se necesita mejorar los controles, lo lógico sería aumentar los requisitos para ser Contralor y Procurador y establecer un concurso meritocrático y no político para el acceso a estos altos cargos y esto no lo hace el Proyecto.

Finalmente, ¿por qué no acabar de una vez por todas con la escogencia a dedo de los más altos cargos judiciales y de control?

Soluciones improvisadas o atentatorias contra la autonomía de la justicia
Se propone también crear la Sala de Gobierno Judicial con funciones muy importantes: la formulación de políticas, la planeación, la elaboración del proyecto de presupuesto de la Rama. ¿Los presidentes o vicepresidentes de las Cortes —quienes además de ejercer funciones jurisdiccionales, tienen a su cargo funciones administrativas en su corporación— van a tener tiempo para atender asuntos tan complejos como los mencionados? También preocupa la composición de la Sala Ejecutiva de Administración Judicial solo con profesionales en ciencias administrativas, económicas o financieras, cuando también se requieren personas conocedoras de los problemas de la justicia.

Por fortuna en este nuevo texto, se suprime la desacreditada Sala Disciplinaria, que designan el Congreso y el gobierno, adonde han llegado personas sin experiencia ni conocimiento de la rama judicial, algunas involucradas en el carrusel de las pensiones, que no dudaron en revocar sentencias condenatorias por parapolítica de la Corte Suprema y a quienes se investiga por falsificación de actas y nombramientos. Mucho menos se justificaba que esta Sala formara parte de la Sala de Gobierno, como en la versión aprobada en quinto debate. Se crea en su lugar el Consejo Nacional de Disciplina Judicial, con nueve miembros elegidos por el Congreso de la República de ternas presentadas por la Corte Constitucional, la Corte Suprema y el Consejo de Estado. Si el Congreso demostró que no es serio en la escogencia de estos magistrados, ¿por qué insiste en continuar haciéndolo?

Aunque el proyecto consagra la función de la Sala de Gobierno judicial de elegir al Director Ejecutivo de Administración Judicial, le da al Congreso la facultad de citarlo para control político y de aplicarle la moción de censura, disposición grave que redundaría en injerencias indebidas en la elaboración de listas de jueces, en los concursos, en los contratos, se instalaría así el clientelismo en la Rama Judicial.

También atenta contra la autonomía de la Rama la presencia permanente de los Ministros de Justicia y de Hacienda, aunque sin voto, en la Sala de Gobierno, cuando sería más lógico establecer su obligación, así como del Director de Planeación, de asistir cuando se va a discutir el presupuesto, el plan desarrollo o temas de política judicial.

Ventajas para la clase política
Con dedicación y coherencia, la Sala Penal de la Corte Suprema ha asumido el juzgamiento de la parapolítica, el peor mal que ha afectado a la sociedad colombiana, que ha derivado en escasa legitimidad del Congreso; de igual manera, el Consejo de Estado ha sancionado con la pérdida de la investidura a un buen número de congresistas. Pero ahora éstos se alistan a pasar su cuenta de cobro. Veamos:

Se debilita a la Corte Suprema de Justicia. “¿Vamos a cambiar al juez porque ha sido eficaz?” El proyecto crea una nueva corporación judicial de seis magistrados, la Sala de Investigación y Calificación, elegidos por la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado, y establece la primera instancia del Juzgamiento por la Sala Penal y la segunda por la Sala Plena. Si se busca rodear a los congresistas de mayores garantías procesales, bien podría atribuirse a la propia Corte Suprema la creación de Salas de Investigación, de Juzgamiento y de segunda instancia, dentro de la Sala Penal, y fortalecerla con más personal de apoyo, o si es necesario más magistrados, dada la cantidad de procesados.

—Cabe resaltar que estas reformas serán aplicables a todos aquellos congresistas que están siendo investigados pero a quienes no se les ha proferido resolución de acusación ejecutoriada. ¿Se quiere con ello burlar las investigaciones que adelanta en la actualidad la Corte?

También se crea otra Sala de Investigación y Juzgamiento Disciplinario compuesta por tres magistrados con igual origen, para disciplinar a los aforados distintos de los congresistas, con lo cual se reconoce carácter judicial a una función administrativa.

Se debilita la Pérdida de la Investidura. La reforma propuesta debilita la pérdida de la investidura —que tanto ha contribuido a depurar la política— al dejar en manos del Congreso la elaboración de la ley que regule las causales para aplicar esta sanción, a la cual se añade la suspensión hasta por un año, y, aún más, al excluir el conflicto de intereses del congresista para votar los proyectos de ley o de acto legislativo que puedan afectar su interés particular. Además en este proceso queda proscrita la responsabilidad objetiva, ya que se tendrá en cuenta el dolo y la culpa con la que haya actuado el Congresista.y la sanción deberá atender al principio de proporcionalidad, a pesar de tratarse de causales de extrema gravedad.

Se introduce un sistema disciplinario débil para los Congresistas. Los congresistas serán investigados disciplinariamente en salas de primera y segunda instancia conformadas al interior de la Procuraduría, pero no podrán adelantarse en razón de conductas relacionadas con sus funciones legislativas (¿cómo la compra del voto? o ¿la extorsión a los funcionarios a cambio del voto?). Las causales serán reglamentadas por el Congreso, cuyos miembros no tendrán conflicto de intereses para debatir y votar la ley respectiva (¡).

Sistema complejo de investigación y juzgamiento de los otros aforados
Se suprimen las funciones judiciales del Congreso de la República y la Comisión de Acusaciones, pero se le deja a la Cámara de Representantes la facultad de acusar ante el Senado al Presidente, el Vicepresidente, los Magistrados de las Altas Cortes, el Procurador, el Fiscal y el Contralor. Las decisiones del Senado se consideran políticas y podrá destituirlos o privar a estos funcionarios de sus derechos políticos. Si la conducta constituye delito, impuesta la sanción pondrá al funcionario a disposición de la Corte Suprema de Justicia para el correspondiente proceso penal. Parece ser un procedimiento valedero cuando se trata del Presidente de la República, pero no tiene sentido alguno que a los Magistrados y a los funcionarios de control se les haga un juicio político, en cambio puede ser un factor de distracción y de intromisión política en funciones judiciales y de control.

Se crea una Comisión de Aforados compuesta por nueve juristas elegidos por la Cámara y el Senado con un período de cuatro años, la cual establecerá si hay mérito o no para acusar ante el Senado.

Las denuncias o quejas contra los funcionarios se deben presentar por el denunciante personalmente por escrito, junto con las pruebas que las respalden, con lo cual se descarta la investigación de oficio por razones de conocimiento público, o mediante anónimos, sin tener en cuenta los riesgos de hacerlo con las formalidades descritas.

Se permite la reelección presidencial del expresidente Uribe
Al establecer en un artículo nuevo que “Quien ejerza o haya ejercido la Presidencia de la República antes de la vigencia del presente Acto Legislativo sólo podrá ser elegido para un nuevo período presidencial.” Por tratarse de un tema ampliamente debatido en el País y resuelto ya por la Corte Constitucional, me abstengo de comentarlo.

En conclusión es claro que el proyecto no logra el cometido de mejorar el acceso a la justicia, ni soluciona el problema de la congestión, ni asegura una gerencia mejor del aparato. Introduce disposiciones de orden legal y es excesivamente reglamentarista. Más bien apunta a una mayor injerencia de los políticos en la administración de justicia y a mayor impunidad de los congresistas, además de crear un exceso de nuevos organismos que van a resultar de un altísimo costo. En todo caso su aprobación llevaría a un notable retroceso en la depuración de la política.