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lunes, 25 de junio de 2012

'Constituyente con revocatoria del Congreso'


24 Jun 2012 - 9:00 pm

La propuesta del representante Miguel Gómez Martínez

'Constituyente con revocatoria del Congreso'

Por: Hugo García Segura

Dice que presentará el proyecto de convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente el próximo 20 de julio y que el tema no debe ser solo la reforma a la justicia sino también a la salud y a la educación, entre otros.

Según Miguel Gómez Martínez, en las Fuerzas Armadas hay descontento con el Gobierno y no les gusta el proyecto del fuero militar. / Gustavo Torrijos

El próximo 20 de julio, en el inicio de la nueva legislatura, el representante a la CámaraMiguel Gómez Martínez presentará al Congreso un proyecto de ley para convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. Un tema espinoso pues, como se dice, este tipo de procesos se sabe cómo empiezan pero no cómo terminan, pero que ya comienza a ganar adeptos en la opinión pública nacional, entre ella el expresidente Álvaro Uribe, quien el fin de semana, através de la red de Twitter, escribió: “ConstituyenteYa para reformar la justicia (NO para buscar reelección mía)” (sic).

Miembro del Partido de la U, el mismo del presidente Santos, Gómez Martínez cree, sin embargo, que dicha constituyente debe abarcar no sólo una reforma a la justicia sino también muchos otros de los problemas estructurales que vive Colombia, por ejemplo, en temas como salud, educación e incluso infraestructura.

En entrevista con El Espectador, el congresista explica su propuesta, al tiempo que arrecia en las críticas contra el jefe de Estado, revelando que sí es cierto que al interior de las Fuerzas Armadas hay malestar con el Gobierno y que, está convencido, sí se está negociando un proceso de paz con la guerrilla por debajo de la mesa.

¿Por qué una Constituyente? ¿Es la única salida que queda?
Yo sí creo. La Constitución de 1991 está moribunda, tiene 380 artículos, todavía algunos transitorios y temporales. Se convirtió en un rey de burlas y el bloqueo institucional demuestra que en el Congreso no se puede hacer una reforma a la justicia. Este no fue el primer intento, el gobierno de Álvaro Uribe también fracasó. Hay que repartir el naipe otra vez porque el juego está bloqueado.

¿Cómo será su propuesta?
Es un proyecto de ley ordinaria muy sencillo: debe tener el objeto, el tiempo y cómo se elige las personas. La idea es ambientar el debate para ver si estamos lo suficientemente maduros para hacer una reflexión institucional integral, porque el sistema colombiano está desbalanceado. Hay mucho poder en la Presidencia, el Congreso es demasiado débil y el Poder Judicial está engatillado entre conflictos internos sobre competencias. El Estado está en crisis y tenemos que volver a ordenar todo.

¿No cree que una Constituyente sería como abrir una caja de Pandora?
Lo que tenemos hoy en día está bloqueado, nada funciona y nos toca asumir ese riesgo. Hay que tener la madurez política de repensar nuestro esquema institucional, ojalá con una nueva Carta Política más funcional y más sencilla, porque la Constitución de 1991 es complicada y lo que se quiso hacer con la reforma a la justicia aún más. Lo que se crea allí es un sistema diabólico que no va a funcionar nunca, con impunidad para aforados, doble instancia en la investigación, doble instancia en el juzgamiento dentro de las mismas instituciones, cooptación y cruce de jurisdicciones. Eso no lo maneja nadie.

O sea, una Constituyente sólo para reformar a la justicia...
No creo. Se le podría dar mandato en temas restringidos, pero el bloqueo institucional es más amplio y la justicia no es el único problema. Por ejemplo, siendo un país de regiones, estas no existen, el régimen departamental es obsoleto y se convirtió en uno de los grandes nichos de la corrupción; y hay también crisis en la salud, en la educación y qué tal el problema de infraestructura.

¿Su propuesta incluirá la revocatoria del Congreso?
Claro, la política colombiana necesita nueva sangre. Si vamos a cambiar el marco constitucional, sería bueno que también pudiera haber una renovación de las élites políticas.

No creo que el actual Congreso le apruebe eso...
Uno cuando hace política no puede creer que va a surfear en un tsunami y lo que pasó con la aprobación de la reforma a la justicia es que se empieza a ver el tsunami: gente movilizándose de manera espontánea pidiendo la revocatoria del proyecto y hasta del Congreso, respaldada además por medios de comunicación, ONG, fundaciones y universidades. Si Colombia dice que quiere modificar su Constitución, el Congreso no puede decirle que no. Mis colegas pueden ser tercos pero no tontos Ellos se dan cuenta de cómo es la movida y saben que el apetito y la ambición son pecados mortales.

Siendo mal pensados ¿no será que uno de los objetivos de esa Constituyente apunta al regreso de Uribe al poder?
Yo fui partidario de la primera reelección —cuando no era congresista— y si pudiera devolver el tiempo, me opondría. Estoy convencido de que todas las reelecciones son malas, que perturban el manejo político del país. Hoy todos sabemos que Santos está pensando en su continuidad, que las casas gratis para los pobres y el Marco para la Paz apuntan a eso. Aunque nadie lo reconozca, en el Gobierno se están cuadrando las fichas para otros cuatro años y eso termina por contaminar el funcionamiento de las instituciones. Colombia no es un pueblo maduro para ello.

Se le ve muy crítico con el gobierno Santos...
He asumido posiciones críticas en tres temas: Marco Jurídico para la Paz, fuero militar y reforma a la justicia. Y me he apartado porque creo que el Gobierno no está cumpliendo sus promesas electorales y está equivocado en la orientación que le está dando a esos tres temas.

¿Qué promesas no está cumpliendo?
Santos fue elegido con una propuesta de continuidad en el tema de la seguridad y por sus postulados de buen gobierno, y no ha sido así. Está siendo infiel a las promesas electorales que hizo. Él es quien se ha ido apartando de esos principios y yo me quedé donde estábamos el 7 de agosto de 2010.

¿A qué cree que le apunta, para dónde va?
Él tiene una visión errada de la voluntad de la guerrilla de lograr la paz. Las Farc lo que quieren es el poder y van a utilizar todos los mecanismos para alcanzarlo. Por eso creo que es un error entregar sin una negociación previa todo lo que está implícito en el Marco para la Paz, que no son cosas menores: la suspensión de la acción penal, en otras palabras, la impunidad para delitos atroces. Y ya ve, la guerrilla sí ha sido coherente y consistente demostrando que solo entienden el lenguaje de la fuerza y el terrorismo. El aumento de los ataques guerrilleros y las condiciones de inseguridad en el país es algo que el Gobierno no puede negar. El Marco Legal para la Paz fue el Drácula de esta legislatura, es algo que nos va a desangrar y después viene el Frankenstein de la reforma a la justicia.

¿Santos se pastranizó?
Ha cometido algunos de los mismos errores que cometió Andrés Pastrana, como por ejemplo, creer en el valor de los mediadores internacionales, creer que Cuba, Venezuela o Ecuador van a ser actores importantes en un futuro proceso. También ha sido ingenuo al desconocer la coherencia estratégica de la guerrilla y se ha equivocado al pensar que esto se puede hacer por debajo de la mesa. Uno no puede negociar cosas tan importantes como el futuro de las instituciones y de las libertades políticas, sin que los colombianos participen en el debate.

¿Cómo así, Santos está negociando la paz en secreto?
Estoy convencido que han habido conversaciones, que esto está avanzando y que en algún momento nos vamos a encontrar con la noticia de un acuerdo para iniciar negociaciones. Esa es la única explicación de la obsesión y el afán del Gobierno por el Marco para la Paz.

¿Siendo de la U, por qué voto en contra de la conciliación de la reforma a la justicia?
Porque eso era un Frankenstein, un monstruo cuyo creador terminó asustado y buscando como lo desconecta. El problema más serio que tiene la sociedad colombiana es la impunidad en todos los niveles: aquí no logramos condenar ni a los violadores, ni a los asesinos del estudiante Colmenares, ni a los Nule, ni a los parapolíticos, ni a los farcpolíticos, ni a nadie. Este gobierno tiene la mayoría parlamentaria más grande en la historia, pudo haber hecho una reforma estructural de fondo a la justicia y desperdició la oportunidad. Lo que se aprobó no cambia en nada los problemas del sistema judicial y tiene mal olor, muy mal olor.

¿Se está lavando las manos ahora el Gobierno?
Esta reforma era mala desde el principio, cuando la radicó Germán Vargas. En los ocho debates estuvo el Ministro de Justicia y yo escuché a Juan Carlos Esguerra, el último de día de plenaria en la Cámara, pedir el voto de todos los parlamentarios a la conciliación. Y ahora, de la noche a la mañana, el Gobierno sale a decir que lo engañaron y le metieron un gol. Está tratando de ganar tiempo cuando los 90 minutos ya se jugaron y el resultado fue adverso.

¿Se tenía que ir Esguerra?
Tenía que renunciar. Yo no lo veía volviendo a las comisiones de Senado y Cámara ni a las plenarias para pedir respaldo en algún proyecto. ¿Quién le iba a creer después de que nos pidió votar la conciliación y a las 24 horas sale el presidente a decir que cómo se nos ocurrió aprobar esa locura? Tenía que asumir el costo político.

¿Qué va a pasar con la decisión del presidente Santos de devolver la reforma al Congreso?
Hay un limbo interesante. En Colombia nos sobran las leyes pero siempre hay vacíos. ¿Se devuelve a cuál debate? ¿Al octavo? ¿Al primero? ¿A la conciliación? Si se modifica una reforma constitucional que ya fue aprobada en los ocho debates, el Congreso estará prevaricando. O sea, un error lo vamos a tapar con otro error más grande. Creo que lo más lógico es archivarla.

¿Y las altas cortes? Porqué a la hora de la ampliación del periodo si se quedan callados…
Aquí somos severos con el Congreso —que se lo merece— pero hubo otros ganadores que ahora se muestran como si las cosas no hubiesen sido con ellos. Con la reforma a la justicia también ganaron los magistrados y sería bueno que salieran a decir que no quieren hacer uso de la extensión del mandato.

Usted también ha sido muy crítico del proyecto sobre el fuero Militar, ¿por qué?
El fuero es un instrumento para ganar la guerra. Los soldados no son funcionarios públicos, a ellos se les exige matar y morir. Por eso todo lo que debilita el fuero debilita a las Fuerzas Militares y el proyecto que presentó el Gobierno no tiene dientes. No se trata de darles privilegios, de hecho yo considero que cuando un militar uniformado viola la ley y la Constitución que juró defender, es mucho más grave que si lo hace un civil y las sanciones deben ser aún más duras. Uno no les puede pedir a los militares que mueran por la República y después meterlos a la cárcel. Aquí lo que pasa es como cuando un vendedor le dice a alguien que se ponga unos zapatos que no le quedan cómodos. El Gobierno quiere convencer a los militares de que esto es un enorme avance y ellos no lo creen.

¿Entonces es cierto eso del descontento en las Fuerzas Militares con el Gobierno?
Claro que es cierto, pero los militares de Colombia son los más disciplinados del mundo. Aquí nunca una unidad se ha rebelado contra el orden establecido y se tragan todas esas culebras. Cuando hablo con ellos sé que se sienten abandonados e ignorados. Ellos aguantan, tienen una gran disciplina, pero decir que las Fuerzas Militares están contentas es mentira, no están contentas porque hay mil militares condenados y diez mil investigados.

Pero no se puede negar hechos como los falsos positivos...
Por eso digo que cuando un militar viola la ley, la sanción debe ser más drástica que cuando lo hace un civil. Los militares tienen honor y quienes hicieron los falsos positivos deshonraron al Ejército. Pero la condena no puede ser colectiva.

Esta es su primera experiencia en el Legislativo, ¿cómo se ha sentido?
Yo vengo de una familia política y por eso no puedo decir que me ha sorprendido. Pero sí es frustrante y desgastador, citan a las 8:00 y empiezan a las 11:00, todo es lento e ineficiente. Las condiciones para trabajar son malas, no hay papel, no hay impresoras, los baños son hediondos, se vive en un ambiente sucio y denigrante. Todo eso me ha hecho entender por qué es que este país las cosas no funcionan.

¿Y por qué no funcionan?
Este es un país de sociólogos baratos, donde siempre hay una excusa cuando las cosas no salen bien. Hablan del hambre, la desigualdad, la pobreza o la falta de educación. Pero lo que no funciona en Colombia son las instituciones. Por ejemplo, asesinan a un estudiante en un caño en Bogotá y cuando toda la justicia en el mundo se basa en pruebas científicas, nosotros estamos dependiendo de testimonios. Hacemos justicia como comadres de pueblo, a punta de chismes, y por eso los procesos no avanzan.

¿Si Uribe va con lista propia al Congreso en 2014, usted se va con él?
Yo lo que quiero es ser alcalde de Bogotá. Esta ciudad esta desbaratada, postrada y la calidad de vida es cada vez peor. 12 años de gobierno de la izquierda van a acabar con Bogotá.

¿No le ha gustado Petro?
Yo tenía la ilusión de que él iba a ser fuerte y me ha decepcionado totalmente. Tanto que yo creo que puede ser hora de ir pensando en la revocatoria de su mandato. Es que uno no aprende a pilotear en un día, Petro nunca había administrado nada y le entregan una ciudad con un presupuesto de casi $13 billones. No supo por dónde arrancar. Llevamos seis meses y no hay gabinete, no avanzan las obras y no toma decisiones. La ciudad está cada vez peor. Por eso otra reforma que pienso presentar es que haya segunda vuelta para la Alcaldía de Bogotá cuando el ganador no obtenga más del 45% de los votos. Petro obtuvo apenas el 30%.

¿Qué tanto daño le hace al país el choque entre el presidente Santos y el expresidente Uribe?
Mucho y más allá de los efectos institucionales, esto beneficia a la izquierda y a quienes tienen una visión política distinta. Ver cómo las fuerzas de centro y de derecha se autodestruyen, naturalmente le abre un espacio a esa izquierda que ha demostrado en Bogotá que no sabe gobernar. Les estamos dando papaya para que lleguen a la Presidencia y eso si podría ser una catástrofe para el país.

¿Debería el expresidente Uribe hacerse a un lado, como sugieren algunos?
Es que él nunca evita una pelea y yo creo que en ese contrapunteo, Santos tiene la ventaja porque tiene el poder y el respaldo casi unánime de los medios de comunicación.

¿Cómo así?
Así es, el respaldo de los medios es una de mis grandes preocupaciones sobre la estabilidad de esta democracia. Creo que el poder económico que hay detrás de los medios y ese consenso que hay en la prensa, especialmente en la bogotana, es peligroso para las libertades políticas. Extraño el aguijón de los medios de comunicación y sorprende lo que está pasando en la televisión, en la radio y en la prensa escrita con esa trivialidad de las críticas al Gobierno. La enorme generosidad con la que se trata al gobierno es algo que yo no había visto en Colombia nunca. Al presidente Uribe le dieron ocho años de palo, a Pastrana lo masacraron y a Samper ni hablemos. Por eso digo que yo me quedé donde siempre he estado porque soy un hombre coherente con mis ideas mientras que Santos se movió a la izquierda. Me dejó solo.

¿Santos se está moviendo a la izquierda o hacia la reunificación liberal?
Digamos que se está moviendo hacia un centro populista y el objetivo inmediato es el proceso de la reunificación liberal, lo cual me parece políticamente válido. Si yo fuera el presidente Santos también lo haría.

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