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lunes, 28 de abril de 2014

Revocatoria en las altas cortes. Editorial El Espectador 23 de abril de 2014

23 ABR 2014 - 11:43 PM
Editorial de El Espectador
Revocatoria en las altas cortes
Desde siempre este periódico ha defendido a los jueces de la República, empezando por sus más altos magistrados, porque en sus manos reposa la fortaleza de la democracia misma.
Por: Elespectador.com
En épocas pretéritas del terrorismo infame que también azotó esta casa periodística, El Espectador no ahorró esfuerzo alguno para clamar por la integridad de los jueces valientes y para exaltar la memoria de aquellos magistrados sacrificados, unos en el holocausto del Palacio de Justicia y otros en aleves crímenes que siguen en la impunidad.
Hoy la situación, lamentablemente, es diferente. De un sistema judicial respetable que, no obstante sus humanos yerros, era acatado sin reparos por la mayoría de los colombianos, hemos pasado a convivir con una justicia que no sólo no convence ni tranquiliza, sino que intimida. No en vano las encuestas sobre la percepción ciudadana frente a la justicia arrojan resultados deplorables: más de un 75 % opina que nuestros jueces no están cumpliendo a cabalidad sus funciones y, peor, que el ciudadano de a pie está desprotegido.
Un gran lunar de la Carta Política del 91 fue el diseño de un sistema judicial en el que a los más altos magistrados se les hizo partícipes de funciones electorales, con la esperanza de que con la intervención de funcionarios inmaculados se purificaran los vicios en los organismos de control. El experimento, sin embargo, ha mostrado su fracaso estruendoso, al extremo de que hoy pone en riesgo la supervivencia misma de las altas Cortes y de toda la justicia, mientras que los entes de control, en vez de mejorar, también se han involucrado en esa sofisticada corruptela.
El país asiste estupefacto a los recurrentes escándalos que se suscitan en las salas plenas de las corporaciones. Un grupo de jueces hace mal uso de los permisos y viaja en placentero crucero en compañía de la entonces presidenta de la Corte Suprema de Justicia y, vaya coincidencia, luego varios de estos viajeros se convierten en magistrados con el apoyo de su ilustre acompañante. Igualmente, varios magistrados han convertido las corporaciones en feudos nauseabundos, lo cual les permite salir de una corte y pasar a otra, como si la Rama Judicial fuese su hacienda personal. Recientemente se ha conocido que un magistrado de la Sala Penal se declaró tardíamente impedido para conocer del pleito del carrusel de la contratación, cuando debió haberlo hecho desde el inicio. A eso se suman las cuotas burocráticas con las que la Fiscalía, la Procuraduría, la Contraloría, la Defensoría del Pueblo y la Auditoría General de la República han venido consintiendo la voluntad de los togados. En fin, sería interminable reseñar todos los hechos bochornosos que por desgracia suceden hoy en el Palacio de la Justicia.
Ese ambiente de clientelismo rampante, tráfico de influencias, decisiones amañadas para complacer a excolegas de la magistratura, muchos de ellos dedicados a la innoble tarea del cabildeo judicial, el favoritismo y hasta la politización de las decisiones judiciales, ha hecho metástasis. La justicia pasa por su peor momento y es urgente adoptar medidas que reparen el inmenso daño y encuentren el rumbo de la decencia y la recta administración de justicia que jamás debió haberse extraviado.

El Gobierno Nacional intentó una reforma a la justicia que por fortuna fracasó ante la indignación general que suscitó la constitucionalización de las canonjías y las prebendas. Llegó la hora de que el país se sacuda y adopte como solución a este gravísimo cáncer la revocatoria de todos los actuales magistrados de altas cortes, como lo ha propuesto desde hace meses en estas páginas nuestro columnista Ramiro Bejarano. El cómo se llegue a esta solución es asunto de carpintería, pero lo urgente e inaplazable es detener el derrumbe de una justicia que está al borde del abismo.

"Para reformar a la justicia se debe modificar todo el sistema jurídico": Presidente de la Corte Suprema de Justicia Doctor Luis Gabriel Miranda

"Para reformar a la justicia se debe modificar todo el sistema jurídico"
El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Luis Gabriel Miranda, manifestó que pese a que una reforma a la justicia “es indiscutible”, a dos meses del comienzo de una nueva legislatura no se conoce un proyecto que haga referencia al mismo.

Para el magistrado, es menester tener en cuenta la historia del país cuando se ha querido aplicar este tipo de reformas ya que en la mayoría de las oportunidades el resultado ha sido nefasto, por lo que un nuevo proyecto debe tener énfasis en soluciones de fondo y de forma con el fin de mejorar la mayoría de los problemas para el acceso a la justicia.
“Tiene rediseñarse nuestro sistema jurídico, inclusive nuestra propia Constitución”, precisó Miranda, al poner como ejemplo las funciones otorgadas a la mayoría de los organismos administradores de justicia y la forma en cómo se eligen a los magistrados de las altas cortes.
Igualmente señaló que es menester crear mecanismos para descongestionar los despachos judiciales, puesto que los juzgados que tienen entre 500 o 1.000 procesos “no pueden administrar justicia” de manera correcta y eficiente.
Todas estas medidas dirigidas a acercar a los ciudadanos a las autoridades que administran justicia. “Este proyecto debe ser controvertido por todos los sectores que la armas y tienen relación y participación” en la misma para que este no conduzca al fracaso.
“Reformas parcializadas han tenido un efecto nefasto en sus proyectos”, precisó el presidente del alto tribunal que manifestó que esta reforma es comparable con una especie de maquillaje puesto que no se solucionan los problemas de fondo.

Fuente: elespectador.com 28 abril 2014 - 11:34 AM