“Nos hemos equivocado y habrá rectificaciones”: Juan Manuel Santos
El Presidente reconoce los errores
cometidos y no lo inquieta el bajonazo en las encuestas.
No todos los monstruos de la reforma judicial
aparecieron en la conciliación... Muchos venían de atrás... Todos vimos cómo
negociaron entre el Congreso y los magistrados el alargue de los períodos de
los segundos a cambio de la salvaguarda judicial de los primeros... Eso no pasó
en la conciliación.
No avalamos eso. Dejamos constancias de nuestro
desacuerdo. En el Congreso, el Gobierno persuade, pero el Congreso decide. No
podemos obligar al Congreso a tomar una decisión a favor o en contra de nada.
Pero si al Congreso lo acaban de obligar a derogar
una reforma que antes lo habían obligado a aprobar...
No los obligamos. Los persuadimos. Ellos votaron.
Perfectamente hubieran podido votar que no aceptaban las objeciones. El
Gobierno no controla al Congreso. Mientras más analizo lo que se hizo esta
última semana, objetar el acto legislativo y llamar a extras, más me ratifico
en que se hizo lo correcto. Lo que salió del octavo debate no era la reforma
ideal, pero tenía más pros que contras. Varios de los contras habían tenido la
oposición del Gobierno, pero fuimos derrotados. El ministro dejó constancia de su
inconformidad. Pero, repito, la reforma hasta ahí era aceptable. Yo me fui
tranquilo a Río de Janeiro porque, inclusive, pensé que entre los puntos
controvertidos se iba a escoger lo mejor entre los textos de Senado y Cámara.
Le confieso que sí quedé muy sorprendido -o, mejor, estupefacto- e inmensamente
preocupado cuando supe lo aprobado en la conciliación y sobre todo sus
consecuencias.
Usted tiene que confiar en sus ministros. ¿Qué
falló aquí: el ministro o su confianza?
Ambos. Y el Gobierno en su conjunto asume su cuota
de responsabilidad.
Los congresistas se quejan de que fue el Gobierno
el que los puso a votar la reforma...
El grave error fue que el ministro apoyó la
conciliación sin haberse dado cuenta de sus repercusiones.
En concreto, ¿cuál es la cuota de responsabilidad
que asume usted, el Presidente?
No entiendo cómo más puedo expresar esa
responsabilidad que le corresponde al Gobierno. Se me cayó el ministro de
Justicia, ni más ni menos. Bajé 15 puntos en la favorabilidad. ¿Qué más cuota
de responsabilidad quiere que asuma?
¿Por qué dejaron al ministro Esguerra solo
tramitando eso en la cueva de los leones? ¿Dónde estaba el ministro de la
política?
Está recién llegado, pero a él no le corresponde
vigilar los textos de las conciliaciones. Eso le toca al ministro del ramo.
Al expresidente Uribe se lo criticaba porque hacía
microgerencia. Cuando usted llegó a la Presidencia, lo alababan porque sabía
hacer macrogerencia. ¿Me acepta que está delegando demasiado?
Puede ser y debemos aprender de nuestros errores.
Le voy a poner más cuidado a lo micro, sin entrar en la microgerencia, porque
ese estilo no me parece efectivo. El Presidente no se puede meter en todos los
detalles de todas las políticas. Eso es equivocado. He sido buen administrador
y he delegado. Pero de pronto sí tiene razón en que estoy delegando demasiado.
Después de las crisis hay cambios. Un cambio leve
es que usted viaje menos. Un cambio drástico es que haya crisis ministerial.
¿De qué nivel es el viraje que usted haría?
Eso de que viaje menos me parece bastante
parroquial, entre otras cosas porque los viajes no han sido excesivos frente a
los retos internacionales o cuando se comparan con otros gobiernos. La
Canciller y yo no vamos de paseo ni a asolearnos a las playas, sino a trabajar
por el país. Y mire los resultados. Estamos a partir de ayer presidiendo ni más
ni menos que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a donde llegamos
con una de las votaciones más altas de la historia. Acabamos de entregar la
secretaría general de Unasur. Acabamos de elegir al magistrado Sierra en la
Corte Interamericana. Logramos la aprobación del TLC con Estados Unidos después
de cinco años de esfuerzos. El pasado 26 de junio, el consejo de la Unión
Europea aprobó por unanimidad el TLC con Colombia. Cerramos la negociación del
TLC con Corea del Sur e iniciamos el proceso con Japón, dos mercados que hace
20 años estábamos queriendo abrir. En la Cumbre de Río, la propuesta
colombiana, la de establecer unos objetivos de desarrollo sostenible, fue la
única que en el fondo se abrió paso. Restablecimos las relaciones con los
vecinos y la región, pusimos en marcha lo que es considerado el proceso de
integración más importante de América Latina, como es la Alianza del Pacífico
con México Chile y Perú. Hemos logrado avanzar como ningún otro país en nuestro
ingreso a la OECD. Chile se demoró ocho años y eso que lo habían convertido en
un propósito nacional. Nos están quitando las visas, en fin, a Colombia la
están escuchando, la están viendo como una democracia fulgurante en lugar de un
país paria y aislado del mundo.
¿Le duelen los resultados de las encuestas?
Por supuesto que no me ponen a bailar en una pata,
aunque todavía estamos altos. Son gajes del oficio y la popularidad está para
gastarla. Yo sé muy bien a dónde quiero llevar al país, tengo muy claro el
puerto de destino, y vamos en la dirección correcta. No por un bajonazo en las
encuestas voy a cambiar de rumbo. Tal vez hemos fallado y eso lo hemos
discutido en el seno del Gobierno en la forma de comunicar nuestros resultados,
que son muchísimos. Por supuesto que nos hemos equivocado y haremos las
rectificaciones necesarias. Pero las encuestas son para escucharlas, no para
gobernar en función de ellas.
Al presidente Uribe también le pasaron muchas cosas
graves durante su gobierno, y sin embargo su popularidad jamás le bajó de 60
por ciento. ¿Será porque Uribe no tenía a Uribe haciéndole oposición por
dentro?
Acuérdese, María Isabel, que yo tengo un mantra: no
pelear con Uribe.
Con todo respeto, Presidente, las cosas entre
ustedes dos han llegado a un límite en que esa respuesta ya no sirve.
Pero qué, ¿me voy a poner a contestar cuarenta
twitters al día? Prefiero hacer caso omiso de esas críticas para mi
tranquilidad mental. ¿Qué tal yo pegado al Twitter viendo a ver qué dicen
fulano y zutano?
Pero es que sí creo que el expresidente Uribe le
está haciendo daño a la imagen de su gobierno.
Eso se lo reconozco. Pero más daño del que le ha
hecho al Gobierno es el que le está haciendo al país, y más daño al país, no a
mí, le haría un enfrentamiento público entre el presidente Uribe y yo. ¿Qué tal
yo sacándole los trapos al sol al presidente Uribe en este momento? En qué
queda el país?
¿Influye en su ánimo de reelección que el 62 por
ciento de los colombianos estén hoy en desacuerdo con que usted se reelija?
Hasta ahora he evitado preocuparme por ese tema y
en este momento sí que lo tengo totalmente marginado. Por ahora quiero
dedicarme a producir más resultados, a acabar de cumplir con mis promesas de
campaña -que en su mayoría venimos cumpliendo y, en muchos casos,
sobrecumpliendo- para precisamente no tener que reelegirme, como lo he dicho en
varias ocasiones.
¿No es irónico que si su primer gobierno sale malo
porque no alcanza a cumplir con las metas trazadas, sí se reelegirá?
Sí hay una aparente contradicción. Pero soy una
persona totalmente institucional. No creo en personas indispensables en las
democracias. Y eso se lo oí a mi amigo Tony Blair, que decía: 'Me reelegí realmente
porque había muchas cosas que no alcancé a hacer y no estaba seguro de que la
persona que me iba a suceder estuviera de acuerdo con ellas'.
Esas palabras parecen calcadas de las que le
escuchamos al presidente Uribe para justificar su reelección...
No estamos hablando de Álvaro Uribe sino de Tony
Blair. Y hay una pequeña diferencia: yo no estaría cambiando la Constitución.
Le voy a hablar de tres libros que usted ha leído.
El primero es 'Team of rivals', que cuenta cómo el presidente Lincoln se rodeó
de sus rivales para gobernar. ¿Sería injusto decir que usted se está rodeando
de amigos que no le dicen la verdad?
Sí, sería injusto. Mis antiguos rivales de campaña
y sus equipos que están gobernando conmigo han sido personas leales y me siguen
colaborando con todo entusiasmo y dedicación. Entre todos podemos decir con
orgullo que hemos hecho uno de los gobiernos más reformadores y más
progresistas en la historia reciente de este país.
El segundo libro: 'Traitor to his class', cuenta
cómo el presidente Roosevelt, que era un aristócrata, tuvo que tomar decisiones
a favor de los pobres que le costaron la enemistad de su clase social. ¿Será
por eso que lo critican tanto en el estrato seis?
Yo no estoy gobernando en contra de nadie, pero sí
estoy poniendo mucho énfasis en los más pobres y en los más vulnerables, porque
este país no puede seguir con la vergonzosa camiseta amarilla en materia de
desigualdad y pobreza en la región y entre los primeros del mundo. Por eso
hemos puesto la lucha contra la pobreza y, particularmente contra la pobreza
extrema, como una de nuestras prioridades. Solamente entre el año 2010 y el
2011 logramos sacar de la pobreza a 1,2 millones de colombianos y a 670.000, de
la pobreza extrema. Frente a esto último, la Red Unidos ha sido señalada como
un verdadero ejemplo a nivel internacional. La reparación de víctimas ya está
en marcha, la restitución de tierras, también y el miércoles pasado suscribimos
el convenio con la Alcaldía de Medellín para la construcción de las primeras
10.000 casas gratis para los más pobres de los pobres, a quienes
tradicionalmente no les llegan las políticas sociales. Todo esto también ha
contribuido a que el llamado coeficiente Gini, que es el que mide la
desigualdad, haya descendido en el último año en una proporción nunca antes
vista en tan poco tiempo. Claro está que soy el primero en reconocer que falta
muchísimo por hacer en este y en muchos otros frentes.
El tercer libro es 'The Presidents Club', que
cuenta cómo a pesar de las divergencias políticas, en los EE. UU. funciona una
gran solidaridad de los expresidentes en épocas de crisis. Comparemos eso con
lo que le pasa a usted. Uribe es el jefe de la oposición. Gaviria está furioso
porque piensa que a su hijo Simón lo dejaron colgado de la rama de los micos de
la reforma. Pastrana lo acaba de soltar a usted en la mitad de la peor crisis
de su gobierno...
Qué bueno sería que los expresidentes se leyeran
ese libro. Yo esperaría que, en caso de una verdadera emergencia, los
expresidentes rodearan al Gobierno como es el deber de todo ciudadano
responsable y estoy seguro de que lo harían. Ellos sí que saben lo que es la
soledad del poder y el tipo de situaciones difíciles que le toca afrontar a
todo Presidente. La Patria debe estar por encima de las vanidades.
En conclusión, ¿cree que esta crisis se ha
exagerado?
María Isabel, a mí lo que me preocupa es esa
campaña de muchos que buscan sangre sin importar el costo y que con su frenesí
acaban socavando la confianza y la solidez de nuestras instituciones, esas
mismas instituciones que mal que bien son las que sostienen nuestra democracia.
Eso de desprestigiar permanentemente a los poderes públicos y a todo lo que se
asemeje a organizaciones políticas sin hacer distinción alguna, o que algunos,
por protagonismo o por sacar dividendos políticos, se embarquen en iniciativas
alocadas, es sumamente peligroso. Es hasta risible ver a un nieto de Laureano
acostado en la misma cama con la autoproclamada líder de la marcha patriótica y
pidiendo votar por el Polo. Y qué me dice de Iván Cepeda y José pescando con la
misma caña en el mismo río revuelto con tal de lograr sus objetivos. Les recomiendo
a usted y a muchos de nuestros colegas en los medios de comunicación que se
lean a Enrique Krauze sobre por qué triunfó en Venezuela la revolución
bolivariana.
José Obdulio Gaviria acaba de anunciarnos la
creación de un 'frente antiterrorista'... ¿Será que el presidente Uribe se va a
salir de 'la U'?
No sé. Pero ese frente antiterrorista tiene un
propósito político que si es criticar al Gobierno que no se les olvide que es
el que más golpes le ha dado al terrorismo. Y desafortunadamente acaban es
haciéndole el juego al terrorismo. El mundo al revés: el que se presume
antiterrorista haciéndole juego y eco al terrorismo.
En abril pasado, su popularidad era del 65 por
ciento y hoy es del 55 por ciento. ¿En qué se ha gastado su capital político?
En gobernar. He pasado unas reformas que han pisado
muchos callos. ¿Qué tal la reforma de las regalías? ¿Qué tal la ley de
restitución de tierras y la de víctimas? ¿La ley de sostenibilidad fiscal? Es
una ley de altísimo contenido moral, filosófico, de orden del Estado y de
gerencia. Los derechos de los colombianos, que es lo que defiende la
Constitución, no pueden defenderse si hay un despelote macroeconómico. La ley
del primer empleo es otro ejemplo. Hemos pasado en cantidad y en calidad una
legislatura sin precedentes. Inclusive, con lo que tenemos podemos seguir
gobernando sin problemas.
¿O sea que puede que no presente las reformas
tributaria y de pensiones?
Si el Congreso está en una actitud hostil, espero
que no sea así, pues tendríamos que contemplar esa posibilidad.
Dígame una gran ejecución de este gobierno.
No una sino muchísimas ejecuciones. Le enumero solo
algunas: hemos bajado el desempleo y hemos creado solamente en el último año
cerca de un millón de empleos. La inversión extranjera ha crecido a cifras sin
precedentes, lo mismo que las exportaciones. A partir de este año, todos los
niños y niñas tienen derecho a educación totalmente gratuita en los
establecimientos públicos, hemos introducido las becas crédito con cero interés
real para la educación superior y a partir de esta semana todos los colombianos
del régimen subsidiado de salud tendrán los mismos beneficios que los del
régimen contributivo. Les hemos llevado electricidad a 95.000 hogares rurales,
hemos conectado a más de medio millón de familias al sistema de gas natural,
llevamos más de tres millones de hogares nuevos conectados a banda ancha. En
infraestructura, ya están en marcha las obras más grandes que se han hecho en
la historia de este país. Solamente las autopistas de la prosperidad son una
obra mucho más grande que la ampliación del canal de Panamá. Ya le hablé de
pobreza, de las víctimas, de la restitución de tierras y de los logros de
nuestra política internacional. Y en materia de seguridad, y sin desconocer que
hay problemas, haber dado de baja al número 1 y al número 2 de las Farc, haber
desactivado muchos de sus frentes y a los demás los estamos sacando por primera
vez de sus madrigueras, poder decir que ni un solo jefe de las bandas
criminales que estaban delinquiendo en diciembre del año pasado hoy siguen
delinquiendo porque fueron capturados o muertos, que hay 44.000 delincuentes
más en las cárceles debidamente judicializados, o que la tasa de homicidios sea
la más baja en décadas, no son logros menores. La lista es mucho más larga,
pero sé que hay problemas de espacio. Por último, no sé por qué dice en su
última columna que nos falta ejecución. El año pasado ejecutamos el 94 por
ciento del presupuesto, la cifra más alta de los últimos doce años; a junio de
este año vamos mejor que el año pasado, y al finalizar este año esperamos
llegar a 96,5 por ciento de ejecución. ¿Le parece malo?
El estado de incapacidad del Vicepresidente se
puede prolongar indefinidamente. ¿Quién le va a dar la señal al Congreso para
que encargue a un nuevo vicepresidente: los médicos de Angelino? ¿La familia de
Angelino? ¿Usted?
Por fortuna, al Vicepresidente ya lo sacaron de
cuidados intensivos. Es increíble que algunos digan que es una
irresponsabilidad mía viajar en avión mientras el Vicepresidente se encuentra
delicado de salud. A esos extremos hemos llegado.
Con todo respeto, la pregunta es pertinente. ¿Qué
tal que en una de estas usted se enferme, Angelino no se mejore y el país quede
gobernado por el senador Corzo?
Por respeto a la familia de Angelino no voy a
hablar de eso. Sí le puedo decir que la figura de la Vicepresidencia quedó mal
diseñada. Le doy esta chiva: estoy evaluando la posibilidad de acabar con la
figura de la Vicepresidencia, porque era mejor la de la Designatura. Más
conveniente y menos costosa. Si hay ambiente para eso, lo hago.
Hasta el momento, la situación económica del país
ha sido óptima. ¿Usted ve nubarrones que indiquen una desaceleración?
Hicimos una evaluación minuciosa con los miembros
del Banco de la República hace unos días y concluimos que la economía sigue en
buena forma. La demanda interna sigue bien, las tasas de inversión también, la
inflación está controlada y algo muy importante: todos estos logros e
inversiones los hemos hecho dentro de una política muy responsable desde el
punto de vista fiscal. Recibimos el déficit en 3,6 por ciento del PIB; el año
pasado lo cerramos por debajo del 2 por ciento, y este año esperamos cerrarlo
por debajo del 1 por ciento, es decir, equilibrio fiscal. Por eso mismo estamos
entre los 15 o 20 países de todo el mundo con los mejores spreads, que son los
medidores de riesgo de los mercados internacionales. Los únicos nubarrones son
internacionales. Por fortuna, tenemos algunos paraguas, aunque ningún país está
totalmente exento de la coyuntura internacional. A nosotros ya nos está
afectando en los precios y en la demanda de algunos de nuestros productos de
exportación.
Póngase la mano en el corazón. Y ahora contésteme:
¿hay andando un proceso de paz con las Farc. (Porque es cierto que ese tipo de
procesos deben adelantarse con discreción, pero tenemos también el derecho de
saber a dónde nos está metiendo el Gobierno...)
Le repito por enésima vez lo que he dicho: cuando
encuentre que existen las condiciones apropiadas para iniciar algún tipo de
proceso para terminar este conflicto, que ya va a cumplir medio siglo, el país
lo sabrá. Y tenga la seguridad de que: primero, si se inicia algún proceso, no
será de espaldas al país. ¿A quién se le puede ocurrir semejante insensatez? Y
segundo, por ningún motivo repetiríamos los errores del pasado. Al perro no lo
capan dos veces. Algunos me acusan de apaciguador porque no me la paso
gritando. Las propias Farc en sus correos dicen que Uribe los insultaba más,
pero que yo les he dado mucho más duro. ¿Quién, María Isabel, en este país les
ha propinado más golpes a las Farc? ¿Cuántos miembros del secretariado habían
caído antes de que yo llegara al Ministerio de Defensa? Y seguiremos con toda
la contundencia hasta que se presenten las condiciones para -ojalá- terminar el
conflicto. Colombia lo necesita y se lo merece después de tanta sangre que se
ha derramado. ¿Se imagina nuestro país en paz?
Por último: ¿ya tiene escogido al nuevo ministro de
Justicia?
Estoy en eso.
Deme una pistica: ¿será hombre o mujer?
Tengo una mujer en
la mira, pero también tengo a un hombre.MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL
TIEMPO
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