La reaparición de las altas cortes en la reforma a la justicia.
Semana.com - Martes
17 Abril 2012
Cortesía. El presidente del Consejo de
Estado, Gustavo Gómez (izquierda) reapareció en el Congreso en pleno debate
de la reforma a la justicia. El fiscal Eduardo Montealegre, el ministro de
Justicia Juan Carlos Esguerra, y el presidente de la Comisión Primera del
Senado, Luis Fernando Velasco, fueron testigos de los reparos que reiteró al
proyecto.
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DEBATE
Sorpresivamente, el presidente del Consejo de
Estado, Gustavo Gómez, apareció en el debate de los ponentes para reiterar sus
reparos al proyecto. Para muchos significó el regreso de las altas cortes a las
discusiones. Pero el magistrado aclaró que apenas es un acercamiento.
El reloj del recinto de la Comisión Primera del
Senado señalaba las 12 del medio día. El debate de la reforma a la justicia
cumplía algo más de una hora. Pero en ese momento se produjo un hecho
trascendente. Gustavo Gómez, presidente del Consejo de Estado, ingresó al
recinto y se sentó junto al fiscal general y el ministro de justicia.
Nadie lo esperaba. Las altas Cortes habían decidido
levantarse de las discusiones y no volver al Congreso para defender su propia
visión sobre la reforma a la justicia, un proyecto que si afecta a alguien, es
precisamente a la cúpula del poder judicial.
Luis Fernando Velasco (Partido Liberal), presidente
de la Comisión Primera, tal vez era el único que esperaba la sorpresiva
presencia de Gómez. Pero nunca la reveló así como tampoco se mostró 'fuera de
base' cuando Gómez se sentó en la mesa principal. Porque Velasco, con mucho
sigilo y prudencia, llevaba más de un mes intentando que las Cortes regresaran
a debatir la reforma en el Congreso, una de sus principales obsesiones como
presidente de la comisión que se encarga de estudiar las reformas constitucionales.
En ese momento, los ponentes explicaban sus
argumentos. Pero la presencia del magistrado Gómez obligó a que el normal
transcurso del debate se alterara. Los senadores no encontraron ningún
inconveniente en guardar silencio y aceptaron abrirle el micrófono al
presidente del Consejo de Estado.
Sin límite de tiempo, el magistrado Gómez, luego de
estrechar la mano del fiscal Eduardo Montealegre y el ministro Juan Carlos
Esguerra, se adueñó de la palabra y aprovechó para lanzarle fuertes dardos al
proyecto del gobierno que actualmente discute el Congreso.
Los presentes en la Comisión volvieron a escuchar
en el parlamento que para las altas cortes, el proyecto "fractura la
independencia de los jueces y conspira contra el Estado Social de
Derecho", garantizado por la Constitución de 1991.
El regreso oficial.
Pero Gómez, consciente de que su presencia en el
quinto debate podría ser malinterpretada, aclaró que el hecho de que expresara
algunas de sus opiniones en el Congreso, no puede significar el regreso oficial
de las altas cortes al debate.
El magistrado pareció despojarse de su dignidad e
investidura al afirmar que se hacía presente como simple ciudadano, pero
además, por ser magistrado, tenía los argumentos para hablar sobre el proyecto.
Aclaró que el hecho de que las altas Cortes se
hayan retirado del debate no significa que "hayamos abandonado este
proceso", el cual ya está en su segunda fase. Sin embargo, la decisión
definitiva del regreso al debate será una potestad exclusiva de la sala plena
del Consejo de Estado, que el próximo jueves se reunirá para decidir si vuelve
o no a los debates que adelanta el Congreso.
"Si la sala plena, ese día, lo aprueba, como
presidente del Consejo de Estado estaría gustoso de acompañarlos, porque ese es
un deber", le dijo Gómez a los congresistas.
Los dardos al proyecto
Tras la significativa aclaración, el magistrado
Gómez le hizo serios reparos a la reforma a la justicia. Y aunque no se ocupó
de todo el proyecto, sí lo hizo para tres puntos concretos en los que el
Consejo de Estado expresa nuevas diferencias.
Sobre la nueva fórmula para el juzgamiento de
aforados (que según el proyecto crea una nueva sala dentro de la Corte Suprema
de Justicia para juzgar al presidente, el vicepresidente, el fiscal general,
magistrados y congresistas), Gustavo Gómez se opone porque afecta la armonía al
interior de la rama judicial.
Como el proyecto establece que estos nuevos
magistrados que juzgarían aforados serían elegidos por la Corte Constitucional,
Gómez cuestiona que este tribunal tenga funciones electorales. "La Corte
Constitucional tiene funciones y deberes de suma trascendencia. Lo máximo que
pueden elegir es a su secretario".
Esa nueva sala para aforados, dentro de la Corte
Suprema de Justicia, además tendría funciones penales y disciplinarias. Gómez
también se opone a esa propuesta. Y considera que el actual sistema, con la
Comisión de Acusaciones para delantar juicios exclusivamente políticos,
garantiza que en los juicios penales (que le corresponden a la Corte Suprema de
Justicia) no haya "decisiones mediáticas o de opinión".
Gómez también dirigió un dardo con nombre propio.
Al senador conservador Eduardo Enríquez Maya, quien ha defendido la
"gradualidad" de las sanciones y suspensiones en los procesos que,
por pérdida de investidura, le corresponde adelantar al Consejo de Estado
contra los congresistas.
El proyecto de reforma a la justicia contempla
doble instancia para este tipo de procesos, además de ampliar sus términos, y
hasta modular las decisiones, es decir, desde amonestaciones y suspensiones
hasta la temida "muerte política", que es la pérdida de investidura.
El magistrado Gómez le dijo a los congresistas que
la pérdida de investidura no la pueden mirar como "una espada de Damocles
encima de sus cabezas". Para el presidente del Consejo de Estado, esa
sanción es una garantía constitucional y es propiedad de la democracia
colombiana. Insinuó que si las altas Cortes vuelven al debate, la defenderán a
capa y espada.
El último dardo fue hacia el gobierno y sus
intenciones de suprimir el Consejo Superior de la Judicatura, o al menos a su
sala administrativa a cambio de crear una sala de gobierno para que gerencia la
rama judicial. El magistrado Gómez considera que es una propuesta que también
mina la independencia de la justicia, pues en esa sala de gobierno habría
presencia del poder ejecutivo.
Gustavo Gómez no quiso extenderse mucho y aunque
fue directo, su discurso fue cauteloso. En algo más de 20 minutos despachó sus
apreciaciones. Sin embargo, su discurso supuso que las altas cortes destaparan
alguna de sus cartas y las dejaran en el parlamento. Unas cartas que están
dispuestos a usar si el próximo jueves la sala plena del Consejo de Estado
decide regresar al ruedo de la reforma a la justicia.
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