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viernes, 15 de agosto de 2014

Palabras del Presidente Juan Manuel Santos con motivo del XVII Encuentro de la Jurisdicción Ordinaria - ‘Justicia y Democracia’

Palabras del Presidente Juan Manuel Santos con motivo del XVII Encuentro de la Jurisdicción Ordinaria - ‘Justicia y Democracia’
Montería, 14 ago (SIG).
“Qué bueno poder ratificar en este encuentro –el primer encuentro con la rama judicial en mi segundo periodo de gobierno– lo que dije hace 4 años, cuando llegué a la Presidencia con el propósito de restablecer el diálogo entre Gobierno y jueces, por el bien de Colombia y sus instituciones.
Dije entonces que la Justicia podía esperar de mi gobierno respeto, colaboración y autonomía, y lo hemos confirmado con hechos, con presupuesto y con actitudes.
Hoy los invito –así como lo dije a todos los colombianos el 7 de agosto– a que nos unamos en el trabajo para hacer realidad esta visión esencial que he propuesto al país: lograr una Colombia en paz, una Colombia en equidad, una Colombia educada.
Sin duda la justicia es un componente fundamental de la paz.
Con un acceso pronto y oportuno a la justicia para todos los ciudadanos –sin importar recursos o ninguna otra condición– se logra el objetivo primordial del Derecho, que es facilitar la convivencia y el respeto dentro de los miembros de una sociedad.
En la medida en que los litigios y diferencias se resuelvan por la vía judicial o por mecanismos de justicia alternativa –como el arbitraje o la conciliación– se consolida en la nación un entorno de civilización y paz: el que da la tranquilidad de saber que las diferencias se pueden arreglar de manera pacífica, a través de las instituciones.
Y la justicia también es sustento de la democracia, razón por la cual ustedes hoy organizan este encuentro alrededor de estos dos valores.
He citado mucho –pero hace ya rato que no lo hago– la comparación de Franklin Delano Roosevelt quien decía que, en una democracia, los tres poderes públicos son como tres bueyes que jalan un mismo arado.
Si todos jalan al tiempo y en la misma dirección, el trabajo se hará bien y con facilidad, pero si los bueyes van cada uno por su lado, el trabajo será infructuoso.
Por eso es tan importante el respeto entre las ramas del poder.
Ninguna debe invadir el carril de la otra –eso es autonomía– pero al mismo tiempo todas deben ir en la misma dirección –eso es armonía–.
Si algo hace avanzar a una nación es que sus poderes obren con autonomía y con armonía.
Yo creo, apreciados magistrados y jueces, que mi gobierno ha dado muestras concretas de este talante, es decir, ha sido siempre respetuoso –como corresponde– de las decisiones judiciales, favorables o adversas.
Mi administración no cuestiona los fallos: los acata y presta su concurso a los jueces para su cumplimiento efectivo.
Así sido, así es y así seguirá siendo.
Y hablando de los poderes, como ustedes saben uno de los objetivos que tenemos en este nuevo periodo es el de restablecer en nuestra democracia el principio de “pesos y contrapesos” que se debilitó por cuenta de la figura de la reelección presidencial y por la falta de claridad en algunas de las competencias de nuestros organismos constitucionales.
Se trata de una reforma del Estado para fortalecer la legitimidad democrática de nuestras instituciones.
Dentro de las propuestas está la eliminación de la reelección presidencial y la eventual extensión del período presidencial a 5 ó 6 años, sin que dicha extensión de ninguna manera me cobije.
En cuanto al poder judicial, la propuesta es eliminar las atribuciones de selección, nominación y designación de autoridades del Estado por las Altas Cortes, y ponerle coto a la llamada “puerta giratoria”.
Sé que muchos de ustedes comprenden que estas actividades nominadoras y electorales acaban afectando el prestigio de unas Cortes que deben reconocerse por su absoluta independencia del juego político, y además les quitan tiempo a su altísima misión.
El doctor Hernando Yepes, constituyente y exmagistrado, dijo en su momento que esas facultades eran como un “regalo envenenado” a las Cortes, expresión que ha retomado el presidente de la Corte Constitucional, Luis Ernesto Vargas.
Tenemos muy buenos jueces en Colombia, y seguiremos haciendo lo que esté a nuestro alcance para exaltar, facilitar y dignificar su misión.
Y de eso trata esta reforma: de que los jueces y magistrados se dediquen a hacer lo que hacen mejor, que es impartir justicia y proteger los derechos de los colombianos.
Los organismos de control y fiscalización también requieren de una revisión pormenorizada de sus facultades y atribuciones, y esto será también tema de estudio en esta reforma de equilibrio de poderes.
Ahora bien, hay que entender –como he dicho siempre– que la reforma a la justicia no es solo una reforma constitucional que toque a las Altas Cortes.
La verdadera reforma a la Justicia –que venimos haciendo año tras año– es la que acerca la justicia a los ciudadanos, y no necesariamente implica cambiar la Carta Política.
El Código Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, el Código General del Proceso, y el Estatuto de Arbitraje Nacional e Internacional –por ejemplo– han dado a la justicia y a los ciudadanos un conjunto armonioso de normas para que los procesos cumplan su cometido, que es la pronta resolución de los conflictos.
Su adecuada implementación es un reto que tenemos que seguir asumiendo juntos.
Y aquí quiero reforzar un término que utilizó nuestro nuevo ministro de Justicia y del Derecho, el doctor Yesid Reyes Alvarado, hace algunos meses en una columna de prensa: “Hay que tutelizar la justicia”
Es decir, tenemos que hacer que el acceso a la justicia sea fácil y que las decisiones en todos los procesos se tomen en términos razonables y perentorios, como ocurre con las tutelas.
Y sea el momento, por supuesto, para dar la bienvenida al Ministro.
Y qué bueno poder hacerlo ante la Jurisdicción Ordinaria, la misma que presidió su padre, el jurista y penalista tolimense Alfonso Reyes Echandía, cuyo recuerdo vivirá siempre en nuestra memoria como la figura valiente y simbólica del Holocausto del Palacio de Justicia.
¡Qué orgulloso estaría él, doctor Yesid, al verlo ocupar este alto cargo de servicio a la patria!
Y sea la ocasión también para hacer un reconocimiento a otro ilustre tolimense, chaparraluno, por su destacado trabajo al frente de esta cartera, digno de su trayectoria pública y profesional.
No está ahora con nosotros pero ¡muchas gracias desde acá al doctor Alfonso Gómez Méndez!
Volviendo al tema de la reforma, quiero insistir en que la constitucional es necesaria y conveniente, pero que no es ésta la que le resuelve los problemas al ciudadano común, al que es víctima de robos o lesiones, y siente la ausencia del aparato judicial.
Por eso hay que trabajar en mejorar esa relación “justicia-ciudadano” con reformas que no tienen que ser necesariamente actos legislativos, sino leyes o decretos, o incluso simplemente con actos de buena gerencia.
Son bienvenidas las diferentes opiniones sobre la forma de mejorar la justicia. Pero ese ejercicio dialéctico debe estar orientado a un propósito común que es el de conseguir superar las dificultades que tiene la administración de justicia.
Y esto lo haremos juntos, remando en la misma dirección, teniendo en cuenta las diferentes ideas y posiciones, con el compromiso de llegar a acuerdos aun cuando esto implique ceder en posiciones personales, pero siempre en beneficio de nuestra justicia.
No hablo de consensos respecto a todo –porque quizá fue la búsqueda del consenso la que más trabas puso a la reforma constitucional a la justicia que se intentó en el periodo pasado–, pero sí de un ejercicio de convivencia, esa convivencia que es esencial para la paz.
Y quiero llamar su atención sobre un aspecto –aparentemente técnico o procedimental– que puede y debe hacer la diferencia en la administración de justicia y sacarnos definitivamente de los últimos puestos en materia de duración de los procesos.
Tenemos buenos nuevos códigos, con procedimientos ágiles y orales, pero nada de esto puede aplicarse cabalmente si no aceleramos el proceso de implementación de las TIC para la justicia, es decir, la Justicia Digital.
El Ministerio de las TIC y el Consejo Superior de la Judicatura ya diseñaron el plan. La ruta existe.
También el Gobierno ha puesto los recursos. No más el año pasado se destinaron 143 mil millones de pesos a este efecto.
Ahora nos toca –repito– acelerar para que el expediente judicial electrónico sea finalmente una realidad.
Entonces les pongo reto a los administradores de la justicia: que en un año, cuando vuelva a este Congreso, ya tengamos en Colombia implementado el expediente judicial electrónico.
Sería la mejor noticia para ustedes y para todos los usuarios de la justicia.
No nos esperemos a que venza el plazo que nos da la ley, porque no hay disculpas para demorarlo.
Hoy tenemos al fin conectividad de banda en todos los municipios. Ya tenemos el plan diseñado. Están los recursos. Y solo falta la voluntad y el trabajo de implementación.
Y digo más: ésta no es una tarea solamente del Consejo Superior de la Judicatura, sino que es un tema de todos los miembros de la rama.
Invito a todos los jueces a que se certifiquen como ciudadanos digitales y a que demuestren que Colombia puede tener una justicia moderna que sirva –con las herramientas de la tecnología– mejor a todos los colombianos.
Desde el Ministerio de las TIC, el ministro Molano me ha asegurado que tienen toda la disposición para seguir apoyando este proceso.
Apreciados amigos de la Jurisdicción Ordinaria:
Cuando hablamos de un país en paz, con equidad y educado, hablamos de Justicia.
Porque la justicia es base para la paz, y la justicia transicional será el mecanismo que nos permitirá dar el paso del conflicto a una sociedad que convive en armonía.
Porque la justicia es la base de la equidad, pues en un estrado judicial nadie es mayor que nadie –todos son iguales– y nos corresponde a nosotros asegurar el acceso fácil y oportuno a todos los ciudadanos.
Y porque la justicia es la prueba de un país bien educado, donde las personas –formadas en el amor al conocimiento y no en la violencia– valoran la cultura de la legalidad y el arreglo pacífico de las controversias.
Bien decía Simón Bolívar: “La Justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ella se sostiene la igualdad y la libertad”.

Muchas gracias y muchos éxitos en este encuentro". 

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